Luego de enterarse de las
terribles circunstancias en las que falleció su padre, Philippe Delambre se
propone continuar con sus investigaciones pese a la oposición de su tío. Philippe
contrata a Alan Hines, sin saber que en realidad es Ronald Holmes, un espía
industrial. Cuando éste es descubierto, noquea a Philippe y lo coloca en el
transportador junto con una mosca. Al rematerializarse, Phillipe y François descubren
con horror que el primero ha compartido el destino de su padre.
Era lógico que luego del éxito de
la primera parte surgiera esta secuela apenas un año después. Lo malo es que
pareciera que no se puso el más mínimo esfuerzo en la historia, toda la película
es una copia de los esquemas de la primera con una ligera variante.
Así, el transportador de Phillipe
presenta problemas al transportar materia orgánica al igual que el de su padre.
En lugar de fallar en rematerializar los seres vivos, les produce gigantismo. La
causa del accidente ya no es producto de un hecho fortuito, sino de un acto de
maldad por parte de Hines.
La película presenta algunas
inconsistencias con respecto a su antecesora. Primero, el laboratorio de André
estaba situado en su casa, pero en esta película se encuentra en la fabrica que
compartía con su hermano. En la Mosca, André destruía todas sus anotaciones
referentes al transportador pero en esta quedaron varias que Philippe utiliza
para perfeccionar el suyo.
Las actuaciones son muy buenas.
Se vuelve a destacar Vincent Price, quién repite papel aunque afortunadamente
en esta tiene mayor participación. Brett Halsey representa a Philippe, que en
comparación con su padre parece arrogante, egocéntrico y pedante pero luego de
su transformación sentimos empatía con él en su búsqueda de venganza. David Frankham
es convincente como el espía industrial Alan Hines/ Ronald Holmes siendo simpático
y carismático en la primera parte de la película y desalmado en la segunda. John
Sutton es correcto como el inspector Beauchamp y Danielle De Metz cumple un único
propósito como el interés amoroso de Philippe, Cecile Bonnard, el de gritar
como una condenada cada vez que ve a Philippe-Mosca.
La transformación es algo
inferior a la primera, ya que la falla del transportador mencionada anteriormente
da como resultado una mutación con una cabeza gigante de mosca poco convincente.
Sin embargo, la fusión entre el policía que viene a arrestar a Hines con el
conejillo de indias es sin dudas una de las mejores escenas de la película.
Algo inferior a la primera parte,
pero igualmente disfrutable.