El teniente estadounidense Brian Murphy (Rob Freeman) sobrevive al
choque de un avión de evacuación contra las costas del sur de África.
Atravesando los vastos desiertos de la región trabará amistad con un militar
local llamado Daniel Dembele (David Osei). Ambos unirán sus fuerzas para luchar
contra una horda de muertos vivientes que se interpone entre ellos y sus
familias
Dirigida por Howard y Jon Ford
con un mínimo de presupuesto en Burkina Faso, The Dead aprovecha de manera magistral
la diversidad de ambientes africanos (sabanas, desiertos, montañas),
demostrando que no hace falta apelar a espacios reducidos para generar una sensación
de opresión y amenaza constante.
Esta amenaza permanente esta
representada por los zombies. No son infectados, poseídos, spider-zombies, ni
zombies rápidos. Son los típicos zombies lentos romerianos a los que se puede dejar
atrás corriendo pero que son un peligro por su número y su persistencia. Los
primeros minutos dejan bien en claro esto en una angustiosa escena en la cual
Murphy intenta abrir una caja con armas y provisiones mientras los muertos se aproximan
implacablemente para devorarlo como han hecho con su compañero.
El maquillaje de los zombies es simple,
pero efectivo. En algunos casos se limitan a unos lentes de contacto pero en
otros son sumamente detallados, mostrando las heridas que lo llevaron a su nuevo
estado y la corrupción causada por la exposición a los elementos.
Los personajes son convincentes.
A pesar de ser ambos soldados, en numerosas ocasiones podemos ver el temor que
sienten ante la situación en la que se encuentran. No son los típicos soldados
todopoderosos o psicópatas a los que estamos acostumbrados en este tipo de películas.
Son dos hombres perfectamente conscientes de que llevan las de perder, pero animados
por la esperanza de reunirse con sus familias. Es esta esperanza común que los
hermana frente al nuevo mundo dominado por los muertos que se les opone.
Otra película habría caído en
situaciones espectaculares y poco creíbles, pero The Dead apuesta al realismo.
Aquí nadie se arriesga sin necesidad, si pueden huir sin disparar una bala lo
hacen.
Toda la película esta plagada de
momentos que recuerdan a los clásicos del Spaghetti-Zombie de D’Amato, Fulci, Lenzi
o Mattei. Un ejemplo de esto son los poblados de tres o cuatro casas o algunos
de los ataques de los ghouls.
Hay escenas cargadas de tensión,
como los primeros minutos de la cinta antes mencionados, el ataque nocturno al
campamento o la de la madre herida pidiéndole a Murphy que se lleve a su bebe y
le dispare mientras los zombies se acercan para acabar con lo que comenzaron.
El final de la película, si bien
es abierto, es bastante desesperanzador. Aquellos que tenemos cierta
experiencia en este tipo de cintas sabemos que significa. Un nuevo mundo esta
surgiendo, y en el no hay lugar para los seres humanos.
Verdadero retorno a las raíces
del género llevado a cabo con escaso presupuesto y mucho talento.