Ambientada en la segunda mitad
del S. XIX, I sell the dead nos presenta a Arthur (Dominic Monaghan) y Willie (Larry
Fessenden), unos ladrones de tumbas que son atrapados por la policía y
condenados a muerte. Luego de la ejecución de Willie, Arthur espera
pacientemente que llegue su hora cuando es visitado por el padre Francis Duffy,
quién esta interesado en conocer su historia. Arthur accede a cambio de bebida,
y le narra como se convirtió en aprendiz de Willie luego de que la muerte de su
padre lo obligará a buscar un empleo para ayudar a su familia. Arthur aprende rápidamente
las habilidades necesarias para robar cadáveres, ya sea en los cementerios o en
los velatorios... El trabajo es lucrativo, pero sus ganancias se ven afectadas
por el Dr. Quint (Angus Scrimm), quién los chantajea con la amenaza de denunciarlos
si no le consiguen cadáveres frescos gratis regularmente. Esta situación se
prolonga por años. Un día descubren la existencia de un nuevo mercado para sus
habilidades luego de desenterrar un cadáver sepultado en un cruce de caminos para
Quint.
La historia esta narrada a través
de flashbacks independientes unos de los otros cuya única conexión es la
presencia de los carismáticos ladrones de tumbas. Esta elección posibilita la introducción de personajes variopintos (como los miembros de la Casa Murphy), criaturas sobrenaturales y
situaciones bizarras a la historia, cosa que en una historia lineal quedaría
bastante descolgada.
I sell the dead tiene todo lo que
un fanático del cine de terror podría pedir: zombies, vampiros, asesinos
despiadados, tumbas, cadáveres, incluso un hilarante invitado especial llegado
de muy lejos...
La ambientación, que me recuerda
a los Films de la Hammer, sirve para meterte en la historia rápidamente y las
actuaciones son impecables. Verdaderamente aplaudo la elección de Angus “El
Hombre Alto” Scrimm como el Mad Doctor Quint y Ron “Hellboy” Perlman como Francis Duffy.
Otro elemento de la película que
me gusto es la utilización de secuencias al estilo comic, que tienen una alta
calidad.
La película tiene escenas hilarantes:
el descubrimiento del vampiro, como se libran de la amenaza de Quint, la presa
que se disputan con Cornelius Murphy, la reacción del zombie al ver el rostro
de Valentine de la casa Murphy y la sorpresa del final son claros ejemplos de
esto.
Tal vez a algunos le resulte tediosas
las escenas de puro dialogo en las que se nos da información o se desarrolla la
personalidad de los personajes, pero a mí no.
En definitiva una comedia de
humor negro muy recomendable, no se la pierdan...