Steve Christy ha adquirido el
campamento de Crystal Lake, el cual se encuentra en refacciones y preparándose
para la gran apertura. Como la idea es abrirlo a un público infantil, hasta él
han llegado varios adolescentes que Christy capacitará como supervisores. Pero
Crystal Lake tiene mala fama (en 1958 dos adolescentes fueron asesinados a
cuchilladas), y la gente del pueblo cercano evita acercarse al campamento. Pero
ahora, a días de la apertura, comienzan a sucederse numerosas desapariciones y
asesinatos; y los mismos parecen estar relacionados con el ominoso pasado de
Crystal Lake.
Inspirándose en películas como Bahía de Sangre de Mario Bava y Halloween de John Carpenter, Sean S. Cunningham creó una saga que pasó a
ser parte de la Tríada Santa del Slasher (Junto a The Texas Chainsaw Massacre y Halloween)
y popularizo una serie de pautas que se convirtieron en sinónimos del género
(localizaciones apartados, jóvenes de buen ver y escasas neuronas, un personaje
loco que les advierte del peligro, un pasado sangriento, muertes elaboradas y la
ecuación Sexo=Muerte). Sin embargo, la final girl, interpretada por Adrianne
King, no es tan inocente como las que le siguieron: se insinúa que tuvo una
relación con Steve y fuma marihuana con sus compañeros durante la escena del
Strip-Monopoly (Sí, como leen. Strip-Monopoly. Necesitaban una excusa
inteligente para poner a las chicas en cueros. Esta de más decir que no la
encontraron).
Las actuaciones son muy malas
(por no decir pésimas), exceptuando a un jovencísimo Kevin Bacon y a Betsy Palmer
(quién odiaba a su personaje y a la película, llegando a afirmar en varias ocasiones
que era “un montón de mierda” y que “no la hubiese hecho de no tener que
comprarse un auto”). El casting no estaba centrado en conseguir buenos actores
sino que buscaba “el tipo de chicos y chicas que podían aparecer en un anuncio
de Pepsi”, según declaraciones del propio Cunningham.
Lo mejor de la película son los
efectos de Tom Savini y la música de Harry Manfredini.
Las muertes son bastante buenas,
muestra del talento de Savini. Sin duda la mejor de la película es la de Jack,
a pesar de los inconvenientes al realizarla. Durante la filmación de esta escena,
el mecanismo que debía hacer salir la sangre falló, por lo que el creador de
los efectos especiales, Tom Savini, tuvo que soplar el tubo para que saliera
sangre. Esto hizo que aparecieran burbujas en la sangre, pero la toma se montó
tal cual en la película.
La revelación de que la Sra.
Voorhees como la verdadera culpable es el punto más flojo de la historia. Es un
personaje del que no sabemos nada que aparece al final de la cinta y nos revela
que, a pesar de su débil constitución física, ha sido capaz de cargarse a 10 personas
sin ningún problema, solo para ser derrotada fácilmente por Alice, la final
girl de la película, luego de una torpe persecución. Además, su personaje
recuerda a Norman Bates de Psicosis, sólo que aquí se han invertido los papeles.
No es el hijo haciéndose pasar por la madre, sino una madre metamorfoseada en
su hijo muerto.
Para darle un gran final a la película,
se decide “tomar prestada” la idea de un susto final de Carrie. Es en esta escena en la que Jason Voorhees hace su primera
aparición. Según el guión, originalmente Jason sería un discapacitado mental y
sin ninguna deformidad física. La idea de que Jason fuera deforme con
Hidrocefalia provino de Tom Savini a quien se le atribuye el título de “co-creador”
del personaje.
Viernes 13 es regular tirando a
mala, superada ampliamente por sus secuelas. Aún así es una película de
visionado obligado por su importancia en el género.